El Intrépido Volador

Yo era bien chamito cuando pasaban esta comiquita. Recuerdo que me levantaba súper temprano los fines de semana (extrañamente los días de semana no podía hacer eso, nunca pude levantarme temprano para ir a clases), pero los fines de semana a las 6:30am ya estaba listo para la acción y en este caso la acción era ver comiquitas en el televisor.

Paseaba por todos los canales, algunos pasaban la misa, otros una cantidad de propagandas increíbles, y el que quedaba pasaba comiquitas mañaneras. Cuando yo era pequeño solo había tres canales de televisión, RCTV, Venevisión y Venezolana de Televisión, así que trataba de ver las comiquitas que se repartían entre estos medios de comunicación.

Siempre agarraba una que se llamaba el Intrépido Volador y me parecía súper cómico que el mosquito viviera en una caja de fósforo lanzada en un basurero, a diferencia de la Hormiga Atómica que siempre estaba entrenando, levantando pesas y ejercitando su cuerpo para combatir al mal, El Intrépido era como una versión de Superman pero en miniatura y en vez de quitarse los anteojos se los pone pues estos son los que le otorgan sus superdoderes. El Intrépido Volador tiene como su peor enemigo, su nemesis, su archirrival a El Doctor Gu Fee, quien vive en las montañas del Tibet junto a su asistente Gung Ho quien busca, como todos los malos, conquistar el mundo y el Intrépido se lo impide.

Me acuerdo mucho del Intrépido Volador pues cuando mis papas empezaron a tener problemas comenzaron a dormir en cuartos separados, como yo me paraba bien temprano a ver mis comiquitas, también me encargaba de despertarlos. Vivíamos en una casa con un patio larguísimo y tenía que recorrer ese patio para llegar al cuarto donde se quedaba mi viejo; pues bien, empecé a caminar y a la mitad del patio comencé a sentir un dolor intenso en la planta del pie que me hizo gritar y casi desmayarme (esta fue una manera muy efectiva de despertar a mis papas, me di cuenta después), resulta que a una avispa le dio por morirse en el patio, decidió expirar boca arriba con el aguijón mirando al cielo, aguijón que me clave en el pie y que me hizo llorar, ¿por qué cuento esto? Pues porque iba al cuarto de mi papa en una pausa comercial del Intrépido Volador.